CONGRESO INTERNACIONAL DE PSICOLOGÍA
Hace un mes, el director ejecutivo de la ANSES, Emilio Basavilbaso, dio el visto bueno a la posibilidad de extender de manera optativa la edad jubilatoria. “Optativa” parece ser la palabra que consiguió apaciguar un debate que, de inmediato, generó posiciones en contra y a favor. Especialistas sostienen que el sistema previsional argentino colapsará si no se modifica, pero el cómo de esa modificación no está claro.
En España, cuenta el psicólogo Feliciano Villar Posadas, este tema se debate desde hace cuatro o cinco años, y ya se estableció que en 2018 la edad jubilatoria mínima subirá a 67 años. “Para que no colapsen los sistemas como consecuencia del elevado número de jubilados y de la extensión de la vida luego de la jubilación, el retiro debería hacerse de manera progresiva”, sentencia.
Villar Posadas vino a participar del V Congreso Internacional de Psicología del Tucumán, en el que, durante tres días, los invitados reflexionaron en torno de los desafíos actuales de la profesión, planteados por la complejidad de las problemáticas y de los padecimientos subjetivos. Entre otras figuras destacadas asistieron a la Facultad de Psicología de la UNT, Telmo Ronzani (Brasil), Tesania Velázquez Castro (Perú), Miguel Ángel Santos Guerra (España) y Graciela Frigerio (Argentina).
Profesor de la Universidad de Barcelona e investigador sobre relaciones intergeneracionales, Villar Posadas explicó que el sistema de jubilaciones está en crisis porque la base de cotizantes en todo el mundo está bajando por motivos demográficos y de coyuntura y por la crisis económica, mientras -en cambio- el conjunto de personas que tienen derecho a jubilarse aumenta. De todas formas señala que no hay que temerle a esta cuestión. “Es un poco irreal porque nadie se jubila a los 65 años -comentó-. Están funcionando en todo el mundo los planes de jubilación anticipada de las empresas”.
Villar Posadas destaca la cuestión subjetiva de la jubilación e insiste en que sea progresiva, para que las personas no se queden sin saber qué hacer con su vida de un día para el otro. “Desde el punto de vista psicológico sería lo más conveniente. Si alguien estaba vinculado mucho a lo laboral y no tenía nada más allá de eso, que le arranquen de manera radical eso que le dio sentido a su vida durante 30 o 40 años es difícil de asumir al principio. Se requiere cierta adaptación”, sostiene. Él presentó en Tucumán sus líneas de investigación sobre cómo envejecer de la mejor manera, y los cuidados y atención de calidad que requieren los adultos mayores.
- ¿Cómo se adapta la sociedad a los jubilados?
- Las instituciones todavía no están preparadas ni adaptadas a esto que está pasando: que vivimos más. Estaban preparadas para que desde la jubilación hasta el momento de la muerte transcurrieran muy poquitos años. Ahora por suerte no pasa eso. El reto es canalizar de alguna manera todo ese capital de experiencia y conocimiento, más ese tiempo libre que tienen las personas mayores jubiladas para que revierta en su propia satisfacción y bienestar, y en bienestar de toda la sociedad. Hay un cierto derroche de capacidades; es decir, hay un montón de gente preparada y que quizás quiera seguir ayudando, y no le damos el lugar.
- ¿Qué ejemplos hay de cómo canalizar esos conocimientos?
- Los países del norte de Europa afianzaron actividades de voluntariado basadas en la libertad de elección. Se trata de actividades intergeneracionales, donde niños y jóvenes se conocen unos a otros. Y eso es muy bueno, porque muchas veces estamos restringidos en nuestro nicho generacional y conocemos a los demás sólo por los estereotipos. En España se incorporó a algunos mayores en la asignatura de Historia. Para ello se hicieron convenios entre instituciones educativas y centros de adultos mayores para hacer historia experiencial o vivida. Hablan sobre la postguerra o la dictadura, cuentan cómo fue.
- ¿Cree que deban reforzarse las políticas de Estado sobre este tema?
- Creo que todo suma. Tampoco creo que la sociedad civil tenga que esperar hasta que aparezcan las cosas. Este debate es clave para el futuro de los países. Es una problemática que no va a desaparecer, porque cada vez habrá mas adultos mayores y menos jóvenes.
- Vino a Tucumán a hablar sobre la atención de calidad. ¿A qué se refiere con ello?
- Con la línea de investigación que llevamos adelante con mi grupo creamos un nuevo paradigma: básicamente pone el centro del cuidado en la perspectiva de los mayores, que ellos participen en cómo quieren ser cuidados. Por desgracia, pero con buena intención, quien decide no son los residentes sino los profesionales. Todo está organizado desde un punto de vista muy estandarizado. Son instituciones totales donde se organiza la vida de las personas que viven allí. Y hay que pensar que no les damos la oportunidad de que digan cómo quieren vivir.
- ¿Cómo envejecer mejor? Esa es otra de las líneas de su trabajo...
- Primero, no hay una fórmula. Segundo, uno no puede dar las claves del envejecimiento cuando se es mayor. Provienen de etapas anteriores de la vida que serán determinantes de un buen envejecer. A esas claves hay que buscarlas a los 20 o 30 años. En ese momento de la vida hay que determinar cómo vas a envejecer satisfactoriamente. Para ello es bueno cuidar la salud, tener actividades variadas más allá de lo laboral, cuidar los vínculos sentimentales y cultivarlos.
- Pocos piensan de jóvenes en la adultez...
- Los que todavía no hemos llegado creemos que los mayores son los demás: vivimos en la ficción de que algún día llegaremos. Y los jóvenes no se plantean la vejez, y es un error. Todos seremos mayores. No digo que obsesivamente hay que ponerse a pensar en ello cada día. Sólo hace falta una reflexión sobre dónde estamos y cómo queremos envejecer: hoy ponemos las semillas y en el futuro recogemos esos frutos.
> Cáncer de mama
Un intruso que puede volver
Florencia González Leone es tucumana, egresada de la UNT, pero vive en Nápoles desde hacer siete años. Estudia los problemas de la supervivencia en mujeres que han superado un tumor al seno. “Nos ocupamos de la cuestión social; es decir cómo es volver a la vida cotidiana, porque desde el momento de un diagnóstico de cáncer lo primero es tratar de sobrevivir. Está probado científicamente que un paciente cree que se termina todo cuando se cura del cáncer, pero parecería que psicológicamente ahí empiezan los problemas”, explicó.
González Leone detalló que, en realidad, en medicina no se puede decir que una persona se curó del cáncer, sino que está libre de enfermedad. “Eso quiere decir que es un intruso que puede volver a golpearnos la puerta en cualquier momento; incluso en psicología se le llama el síndrome de la espada de Damocles, que es esa sensación de ansiedad, porque en cualquier momento esa espada puede caer en mi cabeza. Eso genera secuelas psicológicas y eso es lo que nosotros estamos estudiando en pacientes que han pasado por una cirugía y llevan de uno a cinco años de recuperación”, detalló.
> Intersexuales
“¿Cómo cimentar el bienestar?”
Paolo Fazzari tiene un doctorado en la Universidad Federico II de Nápoles sobre “Mente, Género y Lenguaje”. Llegó a Tucumán para trabajar sobre un proyecto dirigido a las personas llamadas intersexuales, es decir aquellas que nacen con un sexo que no es reconocible directamente como masculino o femenino. A modo de ejemplo, Fazzari explicó que hay personas que nacen con alguna alteración endrocrinológica; por ejemplo demasiada testosterona. “En este proyecto trabajamos para entender cuál es el bienestar de esa persona cuando es adulta: ¿es mejor tener una operación temprana o más en edad adulta? ¿O conviene que se efectúe una intervención quirúrgica en el recién nacido? ¿Qué es mejor?”, se planteó.
Fazzari trabaja además con personas transgénero. “Para nosotros, Argentina es un punto de referencia muy importante porque ha sido el país que en 2012 ha promulgado una ley de identidad de género que respeta los derechos de la persona que no se conforma a una expresión o una identidad que la cultura ha establecido”, precisó.